El aplauso es uno de los sistemas más tempranos y universales de interactuar.
En
el mundo antiguo era aclamación, pero también era un tipo de
comunicación masiva temprana, que conectaba a la gente -entre ellos y
con sus líderes- instantáneamente, visualmente y, por supuesto, en
volumen alto. Hoy en día es muy parecido. En un estudio, en el teatro, en los lugares en los que las personas se convierten en público, todavía golpeamos una mano con la otra para expresar nuestra apreciación, para crear, en espacios cavernosos, una conexión.
Pero también estamos reinventando el aplauso para un mundo en el que, técnicamente, no se usan las manos.
Nos aplaudimos mutuamente los mensajes con "Me gusta" y emojis, vinculando y compartiendo contenido para amplificar el impacto