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La Guerra del Pacífico

En 1879 estalló la Guerra del Pacífico, también llamada Guerra del Salitre. En aquella contienda Perú y Bolivia se enfrentaron contra Chile por el control de la región situada al norte del desierto de Atacama, muy rica en salitre. El primer gran escenario del conflicto fue el mar, el único medio a través del cual podían desplazarse los ejércitos. Chile contaba con una escuadra superior a la del Perú, y la flota de Bolivia era inexistente. Cuando Chile declaró la guerra al Perú, Grau aceptó dirigir la primera división naval aun a sabiendas de la superioridad que tenía la escuadra chilena en tonelaje, número de barcos, cañones y espesor de blindaje, frente a la debilidad y mal estado de las unidades peruanas.
Durante seis meses Miguel Grau, al mando del monitor Huáscar, lograría impedir el desembarco de las tropas chilenas en el territorio peruano. Inició su campaña en mayo del mismo año y en su primera acción, el combate naval de Iquique, hundió la corbeta chilena Esmeralda, capitaneada por Arturo Prat, que resistió heroicamente. Miguel Grau salvó a los náufragos, lo que hizo que uno de ellos, al llegar a la cubierta del Huáscar, gritara agradecido: "Viva el Perú generoso".

El Huáscar realizó en los meses siguientes una serie de acciones sorprendentes frente a una escuadra tan poderosa como la chilena. Apresó transportes enemigos, requisó carbón de puertos chilenos y despistó constantemente a los buques enemigos que recorrían la costa en su busca. El congreso ascendió a Grau al grado de contralmirante el 26 de agosto de 1879.
La batalla de Angamos
El primero de octubre de 1879, en la que iba a ser su última partida, el Huáscarzarpó del puerto de Iquique, donde el transporte Rímac había desembarcado tropas bajo su protección. Apresó una goleta al sur de Huasco y el día 5 se hallaba ya en la costa de Coquimbo, territorio chileno. La marina chilena había renovado los mandos y ordenado su flota en dos divisiones para cazar al ya célebre navío. Su plan tuvo éxito el 8 de octubre de 1879, cuando descubrieron al Huáscar en alta mar, frente a Punta Angamos, acompañado de la Unión, en viaje hacia el norte.
La flota chilena, compuesta por seis barcos todos ellos superiores al Huáscar en blindaje y potencia de fuego, formaron un círculo para batirse con el buque insignia de la marina peruana. Grau ordenó a la Unión retirarse para distraer la flota enemiga, lo que se logró en parte porque dos corbetas chilenas salieron en su persecución. La Unión fue más rápida y consiguió escapar; el Huáscar, en cambio, fue encarado por el Cochrane, que con sus poderosos cañones logró perforar el blindaje del casco y la torre de mando.
El comandante Grau murió despedazado. El mando pasó a Elías Aguirre, que también murió. Correspondió el turno al teniente primero Melitón Rodríguez. Caído también él, tocó el mando al teniente Pedro Garezón, quien conversó brevemente con tres oficiales que quedaban vivos y ordenó hundir la nave porque ya se encontraba inmovilizada. Los maquinistas abrieron las válvulas, pero los desperfectos de la maquinaria paralizaron la inmersión, dando tiempo a que llegaran los buques enemigos, abordaran el monitor y detuvieran su hundimiento. Miguel Grau pasó a la inmortalidad como un marino estratega y valiente pero generoso, que cumplió con sus proféticas palabras: "si el Huáscar no regresa triunfante al Callao, tampoco yo regresaré".
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